24 Horas
Pensando una tarde en ella, en su forma tan incauta de llegar y salir sin ser vista, de desaparecerse como se desaparecen las estrellas en el día, empezó a molestarme mi consciencia y esta, ni corta ni perezosa, se materializo frente a mis ojos.
— Y… ¿qué si te dieran 24horas con el amor de tu vida? —Me preguntó.
— Ella no es el amor de mi vida —le dije.
— Eso no lo sabes, podría ser cualquiera, quizás lo es ella.
— Si me dieran 24horas con el amor de mi vida, las disfrutaría como disfruto cualquier hora pero aún más.
Tocaría cada pelo de su cuerpo, cada centímetro de su ombligo, tocaría sus lágrimas y enfrascaría sus sonrisas. La besaría como quien nunca antes ha besado, la tomaría de las manos como quien nunca antes ha tenido contacto humano. La haría mía, mientras yo me hago de ella —pensé.
—Pero, ¿volveré a ver a este amor o será un amor por 24horas que quedara en el olvido? —Le pregunté.
No hubo respuesta.
—Dime, merezco saberlo —dije con un poco más de fuerza.
Nada todavía.
—Está bien, no me digas nada, pero tú sufres tanto como yo.
— ¿Qué sabes tú de sufrimiento? -Me dijo.
—Sé todo lo que tú sabes de sufrimiento, eres mi consciencia.
—No, no lo sabes, crees saberlo y entenderlo pero realmente no sabes lo que es sufrimiento. Nunca has vivido lo que es perder a un familiar, perderle con la muerte. Nunca has vivido lo que es el dolor de padre, el dolor de madre. Nunca has vivido el dolor de un desamor, nunca has vivido nada de esto. Has escuchado, has creído saber pero no sabes realmente, conocimiento no es lo mismo que experiencia y tú te encerraste en una burbuja cristalina que creías que te protegía de todo, pero todo lo que hacía era hacerte más vulnerable. No sabes nada de sufrimiento.
—Es extraño, escucharme a mismo decirme eso, supongo que tienes razón, ¿qué quieres que haga?
—Que cambies.
—No puedo cambiar, ya estoy cambiando en todo momento y sin embargo sigo atrapado en el tratar de encontrarme.
—Entonces deja de buscarte.
—No puedo, porque solo encontrándome y encontrándola encontraré paz.
—La paz está sobrevalorada.
—También las consciencias.
Así como vino volando, así mismo se fue, desapareció mi consciencia, enojada, callada, sin decirme nada. Peleando por algo de lo que ella es la culpable, ella nunca me hizo ser consciente, nunca se preocupó, ¿y viene a preocuparse ahorita? que hipócrita de su parte.
Yo sigo pensando en ella, en aquella hermosa mujer que se convirtió en fantasma una noche de Junio (porque sinceramente las noches de Noviembre están sobrevaloradas), en la que puede ser pero no sé quién es ni siquiera, en el amor de mi vida que me hace falta, que conozco pero solo en sueños ¿o quizás en la realidad? No lo sé, pero pienso… y mi consciencia me ataca y me apuñala en la espalda, pero yo solo sigo buscando al amor.
Solo sigo buscándola, en muñequitos de plastilina, con el pensamiento, en atardeceres dorados, con la mirada, en sentimientos sinceros, con el corazón, en nuevas fotografías.
October 21st, 2012