Geolu (Yellow)

Geolu (Yellow)

2 min readphoto by Diego Marigno (2014)stories

En la naturaleza, en un lugar profanado por el hombre me encontré con una maquinación de su evolución.

Eran cientos de ellas, miles. Flotaban allí hacia donde quiera que mis ojos se posaran y bailaban las unas con las otras, una danza rápida para estas y otra lenta y apasionada para aquellas. Mis ojos no creían lo que veían.

La ciudad de San Cristóbal estaba llena en todo su cielo y su esplendor de infinitas esferas de color amarillo que se acercaban y alejaban a velocidades no posibles para ninguna ave voladora hecha por el hombre.

Las habían de todos los tamaños; unas que otras brillaban en los colores: verde, rojo y azul, pero el resto, la gran mayoría, eran de un amarillo claro intenso. Como si miles de soles grandes y pequeños se hubieran posado por arte de magia en la grandeza del cielo ante mis ojos incrédulos.

¿Estaba volviéndome loco? No, todos los demás lo veían y las personas al rededor empezaban a hacer aquello que muy rara vez hacen: levantar la mirada.

Corrí por mi cámara y como un rayo ya estuve ante el espectáculo de luces de colores tratando de congelarlas, de dejarlas allí estáticas en el cielo para siempre. Pero tenía miedo.

No lograba presionar el obturador aunque quisiera. ¿Qué estaba pasando?

Como si lo imposible se acumulara, empezaron a caer todas las luces y esferas del cielo.

Empezaron a descender de manera lenta y pausada, sin dejar de bailar entre ellas y sin dejar de llenar el horizonte y cada rincón de cada lado con miles de haces de luz.

—Debo estar soñando—, caí en cuenta.

Pero sin embargo todo era tan vivido, tan ahora, tan siempre. Vi como una de estas luces gigantes se vino a posar tres casas más abajo de la mía y fue como el caer de una pluma sobre la superficie más delicada, como si la tierra estuviera hecha de cristal y la esfera tuviera miedo de romperla.

Entonces en todos lados se veía iluminar la tierra por estas luces que aterrizaban entre nosotros.

Una de ellas vino a posarse sobre mi terraza y no supe que hacer, ni me dejaron hacer nada.

Solo sabía que aquello que miraba era bello, fuera de este mundo, solo sabía que aquello que miraba era bello, fuera de este, solo sabía que aquello que miraba, fuera de, solo sabía que aquello, fuera, solo sabía, solo.

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WRITTEN ON:
March 8th, 2014