Necesito Preguntarte Algo
Necesito preguntarte algo, pero es algo muy íntimo, así que me tomaré la modestia de explicar el porqué de esa pregunta. Pero antes, necesito asegurarme de algo. ¿Estás leyendo esto en tu mente o lo estás leyendo en voz alta? Si no lo estás leyendo en tu mente, por favor, abstente. No lo leas. Y si lo lees, perdóname por un poco de locura. O eso creo.
Verás, es que creo que es el poder. No sólo ese poder de dinero, o ese poder de tener la habilidad de poder algo. O quizás sí. Pero sintiéndolo físicamente, sentirte rodeado de esa aureola que impregna el aire. Amarilla pero transparente. De la cual emana desde cada poro y de cada pelito de tu cuerpo un poco de energía, literalmente. Y ver cómo el pasar de esta —al hacerse presente— se mezcla en todo con ti. Con tu físico como tu psique. Es ver la luz del momento en su totalidad, porque todo se encuentra en las tonalidades, los colores, el sonido — ¿o la imagen?—, el ambiente, las totalidades.
Es ser el espectador de la consciencia del universo, es un poder tan infinito cómo el infinito mismo, tan perdido cómo la locura misma. Es encontrar ese algo qué sabes, que conoces, que descifras hasta un punto más allá, donde no llegas nunca, o mejor, donde no llegabas antes. Es verlo todo de esta forma, siempre llegando a un lugar donde nunca se llega.
Siempre, eternamente, mientras todos esos lugares se dividen o duplican o transmutan o conectan o crean o sienten —o cualquier otra cosa que pueda procesar el cerebro— hasta el punto en el cual se accede. Se accede hasta ser y saber ser parte de la definición de algo. Hasta donde entiendes que estas leyes son para todo y todos, que también todo tiene su consciencia, su elixir, su existir, su être, su ikigai (del japones 生き甲斐, que se traduciría cómo una razón para ser, o aquella que te da motivo cada mañana).
Sin dividir por nada del mundo pero creando división en todo y cada momento. Es acceder a cada vibración, a cada pensamiento, a cada otra cosa que podría rodear un pensamiento. Ahora, este tipo de aureola siempre se va, su existencia es inclusive más efímera que la nuestra. Pero, dependiendo de cada aledaño a cada pensamiento, tanto cómo consciencia que te piensa cómo consciencia la que uno piensa, vuelve.
Pensamientos que se podrían convertir en luz. Luz de un momento considerado eterno si se fotografía con la memoria, ¿y no es eso acaso escribirlo? la memoria sólo perdura en letras, porque las letras no son imágenes sino sonidos cuando las piensas.
Ergo, estás viendo cómo piensa mi consciencia y no estás aquí conmigo, o ¿no estoy allí contigo?
Así que, ahora sí, necesito preguntarte algo muy íntimo.
Pues es referente a la intimidad de tu consciencia.
¿Me escuchas?
March 1st, 2013